viernes, 24 de junio de 2022

CÓMO EJERCITAR LOS CINCO SENTIDOS EN CLASE

 CÓMO EJERCITAR LOS CINCO SENTIDOS EN CLASE

Cuanto más atento estés, mejor entenderás las explicaciones del profesor y más fácilmente las aprenderás. Porque quien no se molesta en atender, se aburre la tira y, además, en casa tiene que entender las cosas él solo, sin ayuda de nadie. El profesor no es el <<coco>>; no está ahí para amargarle la vida al alumno, sino para ayudarle a entender lo que más le cuesta, preparar actividades que le faciliten la labor y, así, lograr un aprendizaje compresivo y gradual. El profesor no es tu enemigo.

Es tu mejor aliado.

De los cinco sentidos que hay que poner en funcionamiento (si quieres estar completamente <<al loro>> en clase), el primero y principal es:

LA VISTA

Quien no ve bien es muy fácil que se distraiga y no se entere de nada. Por eso, del mismo modo que cuando realmente te interesa una película procuras ponerte en el mejor sitio para verla bien, si realmente pretendes sacarle un buen partido al profesor y a la pizarra, es fundamental que te coloques es un lugar apropiado desde el que no tengas que esforzarte para ver <<el emocionante espectáculo>> del profesor explicando la lección.

Lógicamente, cuanto más al fondo de la clase te pongas, más cabezas tendrás delante interfiriendo entre tus ojos y el profesor o la pizarra, y más veces tendrás que estar <<asomándote>> entre las cabezas para enterarte de lo que está pasando.

Cuando yo era alumno de bachillerato, tenía la obsesión de ponerme siempre al final de la clase, pensando ingenuamente que allí pasaba más desapercibido y que el profesor me vería menos y podría copiar mejor todo eso...  Cuando llegué a ser profesor y di mi primera clase, descubrí sorprendido que, si estás de pie (o en la clase hay tarima), ves perfectamente a todo el mundo, esté donde esté. Y, aunque no quieras fijarte, notas cualquier movimiento por parte de los alumnos (sobre todo de los que ocupan las últimas filas, que es en los que más te fijas), ya que, estando treinta o cuarenta narices enfiladas hacia ti, si de repente una se gira hacia un lado… ¡salta a la vista!

Lo normal es que un profesor no interrumpa las explicaciones cada vez que ve a dos hablando, riéndose a escondidas o agachándose para intercambiar papelillos por debajo de la mesa, pues si no, no podría dar clase. Pero eso no significa que no se esté enterando de casi todo lo que pasa en el aula (y tomando nota mentalmente, que es lo malo…). Esto no beneficia en absoluto al alumno que se coloca al final para hacer un poco <<el indio>>, pensando (el muy ingenuo) que el profesor es miope y no se entera.

Sin embargo, es peor aún cuando el profesor se siente cansado de estar todo el día de pie y decide sentarse.

Cuando en el aula no hay tarima y el profesor se sienta, los alumnos del fondo se quedan sin enterarse de nada---- desde que se <<democratizó>> la enseñanza, las tarimas fueron desterradas al sótano de los institutos, con tal entusiasmo que ahora es rarísimo encontrar algún centro donde se usen----, ya que deja inmediatamente de ver a los alumnos de más allá de la tercera fila y, lo que es peor, éstos dejan de verle a él.

Entonces sí que se nota la diferencia entre estar bien o mal situado en el aula, sobre todo cuando estás al final y decides de pronto que lo que el profesor está explicando es interesante y merece la pena.

Lo mismo pasa cuando el profesor va llenando la pizarra y se ve obligado a escribir en la parte de abajo. Los alumnos del final de la clase tienen que adoptar la incómoda postura de estirar el cuello todo lo que pueden, o incorporarse a medias para ver por encima de las cabezas de sus compañeros, a la vez yendo… ¡Eso sí que es difícil! (no es de extrañar que, al terminar la clase, estén tan agotados que parece que les han dado una paliza).

¿Por qué tantos alumnos se empeñan en hacer las cosas difíciles? Si realmente nos importa el resultado de nuestro esfuerzo, ¿no sería más conveniente olvidarnos del <<más difícil todavía>> y procurar lograr nuestro objetivo cuanto más fácilmente mejor? ¿No sería, en todo caso, más lógico que los alumnos <<se peleen>> por ocupar los primeros puestos y no los últimos?

Además, existen cada vez más alumnos y alumnas que se van quedando un poco miopes y no quieren reconocerlo. Lo mejor es que nadie se quede ciego en dos días, sino que las dificultades visuales vayan creciendo paulatinamente. Por eso, muchos alumnos que son capaces de ver al profesor escribiendo en la pizarra, y reconocen <<casi>> todas las letras, sin embargo, no llegan a distinguir correctamente algunas de ellas. Y esto hace que tomen mal sus apuntes (sobre todo en sus matemáticas, física, lógica, contabilidad y otras materias que emplean continuamente símbolos muy precisos). Al darse cuenta de que se equivocan con mucha frecuencia, en vez de reconocerlo y ponerse gafas, prefieren disimular (por eso de la estética) y resignarse a copiar de los apuntes del compañero y no de la pizarra, con lo que es mucho más fácil equivocarse y, encima, provocar la mala imagen que el profesor se va haciendo de ellos, por <<sospechar>> que no le están haciendo ni <<repajolero>> caso…

En resumen: como no da igual, ni mucho menos, el lugar que ocupemos en la clase, lo primero que hemos de procurar, si queremos sacarle todo su jugo a las horas que estamos encerrados dentro del aula, es colocarnos en la mejor posición posible.

Ni al final, ni en las esquinas delanteras.

Los que se sitúan al final tienen muchas veces serios problemas para ver al profesor y leer la parte de debajo de la pizarra. Y los que se ponen delante, pero en las esquinas, ven al profesor mucho mejor, pero muy mal la pizarra, por los reflejos de la luz de las ventanas y por impedírselo el propio profesor, que suele situarse a un lado mientras escribe o explica lo que va poniendo

EL OÍDO

Tan importante como ver el espectáculo en oírlo; y oírlo con claridad y precisión.

Ya es difícil entender lo que el profesor <<explica>>, extraer lo esencial, reducirlo a pocas palabras y escribirlo en los apuntes (y todo a la vez), como para, además, tener que hacer esfuerzos adicionales para <<imaginarnos>> qué es lo que realmente está diciendo…

Si nos falla el primer paso, y no oímos con claridad, es imposible continuar dando los siguientes pasos y, en consecuencia, nuestros apuntes estarán llenos de errores e ideas a medias…

para lograr una buena audición, también es fundamental colocarse en buena posición para evitar en la medida de nuestras posibilidades todo tipo de interferencias acústicas.

Quien, al principio del curso, se pelea por ponerse al final de la clase, está <<cavando su propia tumba>>. Cuantos más metros ponga entre sus oídos y la boca del profesor, más <<ruidillos>> deteriorarán su audición, y más tendrá que esforzarse. Como las aulas no reúnen, normalmente, las condiciones de una sala de conciertos, y los profesores no tienen precisamente la voz de Plácido Domingo (sino, después de tres o cuatro clases seguidas, más bien la de un agónico lunes), es lógico que los alumnos del fondo no oigan casi nada con claridad, y se vean obligados a interrumpir continuamente con la sonatilla esa de: << ¿Puede repetir por favor?>>.

Es posible que el profesor en cuestión se compadezca de los pobres alumnos de la última fila y <<se digne>> alzar la voz; pero es mucho más probable que piense que la culpa no es suya, así que, o le das un micrófono o se compran una trompetilla…

Al final, cuando los alumnos se cansan de esforzarse por escuchar lo que dice (cosa que pasa muy pronto) Y de pedir a sus compañeros que no hagan ruido, acaban por <<desconectar>> y dedicarse a otros menesteres. Por este motivo tan tonto, simplemente por estar mal situados y no oír bien, Renuncian a su derecho de tener un profesor que les explique las cosas, y a partir de este momento tienen que aprendérselo todo por su cuenta. Lo cual es bastante más difícil de lo que parece.

En resumen: si de verdad quieres sacarle todo el jugo al profesor, tienes que sentarte lo suficientemente cerca para no perderte nada de lo que diga.

Debes poner especial atención a esos <<avisos>> que suele dar al final, cuando ya ha sonado el timbre y todo el mundo se pone a hablar. Avisos que, con el barullo, sólo entienden los alumnos de las primeras filas y que, a veces, son fundamentales, de modo que no enterarse puede resultar fatal.

Pero no basta con poner la vista y el oído en funcionamiento para sacarle el máximo partido a las clases. Todavía nos quedan otros tres sentidos que hay que explotar al máximo, si queremos esforzarnos menos y aprender más.

EL OLFATO

No se trata de olerle los pies al profesor cuando se sienta en su mesa (para lo cual sería, en todo caso, fundamental ponerse bien lejos). El olfato es el sentido más importante para los detectives e investigadores (no hay más que fijarse en las enormes narices que suelen tener), pues sólo quien sabe <<olfatear>> es capaz de detectar lo verdaderamente importante y significativo. Cuestión vital en el aprendizaje.

una vez que el alumno ha visto lo que el profesor pone en la pizarra, y ha oído claramente las explicaciones que va dando, es fundamental dar un tercer paso: << enterarse>> es lo que realmente está diciendo.

 Aquí se nota la diferencia entre los alumnos más o menos <<aplicados>> y los que, además, son <<avispados>>.

Los primeros se contentan con prestar mucha atención e ir apuntando en su cuaderno todo lo que el profesor dice; lo entiendan o no.

Los segundos, mientras ven o escuchan lo que va pasando en clase, intentan <<entenderlo>> con la mayor claridad posible. De este modo, es el profesor quien es el esfuerzo principal, y ellos aprovechan la clase para aprender, no sólo para tomar nota (como los ciclistas que van <<chupando rueda>> para cansarse menos…) Después de las clases, cuando estudien en casa, no tendrán que romperse la cabeza intentando descubrir por que el profesor puso lo que puso en la pizarra, o resolvió el problema de este o de aquel modo concreto… Su labor será únicamente <<recordar>> lo que en clase ya entendieron.

SI APRENDES A <<OLFATEAR>>, SERÁS CAPAZ DE DESCUBRIR, DE ENTRE TODO LO QUE EL PROFESOR VA DICIENDO, QUÉ ES LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE (Y, POR TANTO, CAERÁ EN EL EXAMEN).

Quién consiga hacer esa discusión vital, el esfuerzo que necesitará para aprobar será mínimo.

Pero quien no se <<huela>> qué es lo importante, y lo que confunda con lo secundario y anecdótico, estará perdiendo el tiempo, pues si quiere aprobar, ¡tendrá que aprendérselo todo! Normalmente no dispondrá de tiempo y, lógicamente, suspenderá.

El fato es lo esencial para el buen aprovechamiento de las clases. Al principio no parece difícil, pero se aprende rápidamente con un poco de práctica.  Es como quien sale del campo a coger setas. Al empezar, me cuesta muchísimo encontrar las y las confunde fácilmente con otras que no son buenas; sin embargo, cuando se pone a la faena con interés, cada vez las ve con más facilidad, y al primer vistazo sabes si son o no las que está buscando.

Todos los profesores tenemos la manía de repetir las cosas, tanto más cuanto mayor nos parece su importancia (y nos gusta que los alumnos las pongan en el examen…). De tal modo que, incluso, se nos escapan expresiones como: << ¡Ojo, que esto es muy importante!>> O <<¡Esto subrayarlo bien!>>…, expresiones que una nariz bien afilada capta enseguida y lo señala en sus apuntes para que no se le olvide estudiarlo a conciencia. Así, los buenos olfateadores pueden casi adivinar qué va a caer en el examen, con muchas posibilidades de éxito.

¿Qué más quieres?

EL GUSTO

El gusto es el cuarto sentido que tienes que poner en funcionamiento en clase, porque solamente atiende uno a lo que <<le gusta>>.

Esto no hace falta que lo diga ningún experto en la materia. Todo el mundo sabe que << aprender>> empieza por <<atender>>, y solamente atendemos a lo que nos interesa. El que comienza la clase pensando: << ¡Vaya rollo que nos va a meter hoy, menuda pérdida de tiempo, con la de cosas interesantes que podría estar haciendo yo ahora…!>>, tiene todos los boletos para que le toque el premio de salir de clase cómo entró: sin enterarse de nada.

No todas las cosas buenas nos agradan al principio. Y eso no quiere decir que no tengan interés o utilidad alguna. Es cuestión de saber encontrársela.

Con el poco tiempo de que disponemos, y tantas materias que es fundamental aprender, es imposible que las pocas asignaturas que tenemos cada año sean inútiles y carentes de interés. Otra cosa es que el profesor que las imparte sepa plantear las de forma interesante, o que los libros de texto que se emplean en clase sean realmente atractivos.

La prueba está en que, a veces, una asignatura que año tras año hemos aprendido a aborrecer, llega un profesor nuevo que << se enrolla bien>>, y nos demuestra lo muy interesante que es. Entonces, va y << milagrosamente>> nos empieza a gustar

Pues bien, si consigues que te guste lo que el profesor está explicando, porque eres capaz de encontrarle una faceta útil o interesante para tu vida, seguro que te lo aprendes directamente en clase, sin necesidad de <<empollártelo>> trabajosamente al llegar a casa. Lo mismo que, si vas al cine a ver una película que te gusta, no tienes que esforzarte mucho por atender, ni de necesitas estudiártela al salir.

Cómo te interesa, atiendes sin distraerte, lo pasas bien y encima, mientras la ves, se te quedan grabados directamente hasta los más mínimos detalles.

En resumen, como a mí solo me gusta aquello en lo que me esfuerzo por encontrarle una utilidad, emoción o interés práctico, me imagino que a ti te pasará lo mismo. Y todas las asignaturas (por plomazo que parezcan algunas) tienen algo de eso. Es cuestión de encontrarlo. Sin embargo, el tomárselas a disgusto y a la tremenda es lo mejor que puedes hacer para sufrir estudiándolas y para tener que dedicarles mucho más tiempo y esfuerzo del necesario

Es fundamental saber qué es lo realmente bueno y aprender a << degustarlo>> como un verdadero deleite.

El ser humano es curioso por naturaleza y disfruta aprendiendo cosas nuevas. Es una pena que haya tantos niños y niñas que, precisamente en el colegio, aborrecen todo lo que suponga << aprender>>. Si es tu caso, no te resignes, intenta sacarle el gusto a saber cosas nuevas y verás que puede resultar hasta apasionante.

Y, por último, el sentido más <<sutil>> de todos, el que, si no se aplica bien, puede echarlo todo a perder es:

EL TACTO

Tener tacto es << saber estar>> en clase, << representando>> brillantemente el papel de alumno aplicado.

Quien tiene <<tacto>> sabe estar bien sentado (no repantigado de cualquier manera…). Sabe preguntar en el momento oportuno y de modo correcto.

Sabe, por último, << ganarse>> con dignidad las simpatías del profesor (que es también quien pone la nota), sin tener que recurrir al humillante oficio de << hacerle la pelota>>.

Hay quien, por su modo desaliñado en el vestir, la postura que adopta en clase o la cara de asco infinito que normalmente luce mientras el profesor suelta sus discursitos (o cuenta un chiste malo), da la sensación de que es un vago, no se entera de nada y, encima, molesta a los compañeros con sus impertinencias.

Los hay también que no tienen el más mínimo tacto y, en su afán por hacerse notar a toda costa, preguntan siempre en el momento más inoportuno, interrumpiendo las explicaciones con una tontería o reteniendo al profesor y sus compañeros cuando ya ha terminado la clase, con una pregunta estúpida… Lo único que consiguen así es molestar al profesor y crearse una imagen de <<pesados>> o <<ladrillos>> que no los beneficia en absoluto, ni social ni académicamente.

Tener tacto es, por el contrario, saber hacer preguntas interesantes y bien formuladas, para que el profesor aclare nuestras dudas y las de nuestros compañeros (sin hacernos empezar a dudar de lo que ya parecía que teníamos claro…). Y, por supuesto, ser capaces de escuchar <<con cien ojos>> la <<sabia>> respuesta que nos dé el profesor, sin dedicarse a hablar con el de al lado, haciendo caso omiso a sus aclaraciones…

Puede que alguno piense que esto no tiene nada que ver con el aprendizaje y las técnicas de estudio, pero ¡no seamos ingenuos! El profesor es una persona, y no un ordenador frío e imparcial, por lo que, para bien o para mal, según va transcurriendo el curso, se va forjando una imagen más o menos agradable de cada alumno. Y una vez creada la fama, es muy difícil quitársela de encima (a veces salpica incluso a los hermanos que vienen detrás a estudiar en el mismo colegio…).

Si lo que quieres no es sólo aprender, sino también tener éxito académico (es decir, buenas notas), es fundamental que te crees una buena imagen ante tus profesores e, incluso, ante tus propios compañeros, que te pueden ayudar mucho si sabes <<caerles bien>>.

Ésta es la principal función del tacto. En clase es necesario hacer un poco de teatro y, lo mismo que el profesor <<actúa>> como si se lo supiera todo (cosa que, evidentemente, es falsa), el alumno <<espabilado>> tiene que parecer que se entera absolutamente de todo, que le interesa muchísimo la asignatura, que tiene muchas ganas de trabajar y colaborar con el buen desarrollo de las clases y que estudia todos los días a conciencia, nada más llegar a casa, aprendiéndose lo todo y preguntando al día siguiente las << inteligentísimas>>  cuestiones que se le han ocurrido…

Si, además, es verdad, pues mucho mejor. Lo malo es que uno sea un <<buen alumno>> y parezca lo contrario.

Si utilizas los cinco sentidos (y no sólo uno y medio, o dos), te aburrirás muchísimo menos y te integrarás más en la dinámica de la clase, aprendiéndolo casi todo directamente en el aula, y teniendo que dedicar muchas menos horas a estudiar por tu cuenta en casa.

Y, por si esto fuera poco, además le caerás mucho mejor al profesor, que, aunque a veces parece tonto, es lo suficientemente listo como para saber quién le atiende y quién no.


EN RESUMEN

 

Nadie nace sabiendo

·        La cultura es el conjunto de respuestas teóricas y prácticas que nos transmitimos, de generación en generación, para ayudarnos a sobrevivir y sacarle el máximo partido a la vida.

·        Todos nacemos incompletos y, a lo largo de la vida debemos ir perfeccionándonos progresivamente. A los profes les paga la sociedad para que enseñen a sus alumnos. Ellos explican unos contenidos, intentando desarrollar en sus alumnos unas actitudes intelectuales y evalúan el progreso de cada uno mediante exámenes.

·        El sistema actual tiene sus inconvenientes, pero lo más sensato es dedicar nuestros esfuerzos a  <<sacarle el jugo>> lo mejor posible. Porque quien sabe aprovecharse de lo que hay podrá sacar mucho mientras que quien lo soporta pasivamente no saca casi nada.

·        Es el alumno el que paga, y paga para que le enseñen; y el profesor es el que cobra, y cobra por enseñar (no por saber mucho…).  Ya que pagamos, tenemos el derecho de asistir a clase y sacarle todo el partido posible al profesor.

·        ¿Cómo le podemos sacar el jugo a sus explicaciones? Antes de la clase preparándonos para entender, y, en clase, ejercitando los cinco sentidos.

Cómo preparase para entender

·        Quien no vaya mínimamente preparado saldrá de las clases igual que entró, y habrá perdido miserablemente su tiempo

·        El rendimiento en cualquier actividad intelectual depende de tres factores: las características propias de la materia, la capacidad del sujeto y la actividad que desarrolle. Esta última tanto en el profesor como en el alumno, depende de la motivación que tenga cuando la hace.

·        Prepararte para entender supone enterarte desde el principio de qué pretende enseñar cada asignatura y, antes de ir a clase, repasar brevemente lo que ya se ha visto (para saber qué tiene que ver con lo de hoy) y llegar a clase puntual, con el material adecuado y dispuesto a participar <<activamente>> si vas bien preparado, tienes ya el 50% del éxito conseguido.

Los cinco sentidos

·        Si quieres aprovechar las clases <<a tope>> es fundamental que pongas en funcionamiento <<los cinco sentidos>>; pues el profesor no es tu enemigo, sino tu mejor aliado.

·        Si aprendes a utilizar en clase los cinco sentidos, te aburrirás muchísimo menos y te integrarás mucho más en la dinámica de la clase, aprendiéndolo casi todo directamente en el aula. Y, además, le caerás mucho mejor al profesor (que es quien te va a evaluar).

·        La vista: si queremos sacarle todo el jugo a las horas que estamos encerrados dentro del aula, hemos de procurar colocarnos en la mejor posición posible; ni al final, ni en las esquinas delanteras.

·        El oído: tan importante como ver el espectáculo, es oírlo con claridad y precisión para lograr una buena audición, también es fundamental colocarse en buena posición y así evitar en la medida de lo posible las interferencias acústicas.

Cuando los alumnos mal situados se cansan de esforzarse por escuchar, acaban por <<desconectar>>. Por este motivo tan tonto renuncian a su derecho a que les expliquen las cosas. Y, a partir de este momento, tendrán que aprendérselo todo por su cuenta.

·        El olfato: sólo quien sabe <<olfatear>> es capaz de detectar lo verdaderamente importante y significativo. Cuestión vital en el aprendizaje (y en los exámenes…). Una vez que el alumno ha visto lo que el profesor pone en la pizarra y ha oído las explicaciones que va dando, es fundamental dar un tercer paso: <<enterarse>> de qué es lo que realmente está diciendo.

·        El gusto: a <<aprenderse>> se empieza por atender y solamente atendemos a lo que nos interesa, es decir, nos <<gusta>>. No todas las cosas buenas nos agradan al principio. Eso no quiere decir que no tengan interés o utilidad. Si consigues que te guste lo que el profesor está explicando, porque eres capaz de encontrarle una faceta útil o interesante para tu vida, seguro que lo aprendes directamente en clase, sin necesidad de << empollártelo>> trabajosamente al llegar a casa. Tomarte las asignaturas a disgusto sólo te conducirá a sufrir estudiándolas y tener que dedicarles mucho más tiempo y esfuerzo del necesario.

·        El tacto: tener tacto es <<saber estar>> en clase. Es <<representar>> brillantemente el papel del alumno aplicado. Quien tiene tacto sabe estar bien sentado, preguntar correctamente y en el momento oportuno, y ganarse con dignidad simpatías del profesor y de sus compañeros de clase.

·         Si lo que quieres no es solo aprender, sino también tener éxito académico (es decir buenas notas), es fundamental que te crees una <<buena imagen>> y para eso es necesario hacer un poco del teatro.

 

0 comments:

Publicar un comentario

DEJA TU COMENTARIO, TU OPINIÓN ES MUY IMPORTANTE Y TOMADO EN CUENTA.