sábado, 25 de junio de 2022

CÓMO ESTUDIAR EN CASA SIN DORMIRSE

 

CÓMO ESTUDIAR EN CASA SIN DORMIRSE

Hay quien atiende mucho en clase y como, más o menos, va entendiéndolo todo, le parece que ya se lo sabe. Sin embargo, cuando llega el examen, misteriosamente <<se queda en blanco>> y no se acuerda de nada. Como bien saben los psicólogos, eso se debe a diversos factores que ahora comentaremos.

UNA COSA ES <<ATENDER>>, OTRA <<ENTENDER>> Y OTRA <<APRENDER>>

Si, normalmente, estás en clase atento y con los cinco sentidos a pleno rendimiento, es muy probable que, sólo con eso, lo entiendas casi todo. Hasta aquí, has recorrido la primera fase del aprendizaje.

Pero para saber no basta con entender; es también preciso recordar en el momento oportuno lo que has entendido, es decir, <<sabértelo>>.

Quien no recorre esta segunda parte del camino, no se ha de extrañar de que, aunque <<atendía siempre>> y <<lo entendía todo>>, sin embargo, al llegar el examen, <<no se acuerde de nada>> y lo haga fatal…

Las técnicas de estudio, en realidad, deberían llamarse técnicas de aprendizaje, pues de lo que se trata es de encontrar el camino más fácil para aprender (<<método>> es la palabra griega que significa <<camino a seguir>>).  Lo que pasa es que para <<aprender>> hace falta <<estudiar>> (¡lástima!).

Y ¿EN QUÉ CONSISTE ESO DE <<ESTUDIAR>>?

Si has ido leyendo hasta aquí <<atentamente>> y, por tanto, lo has <<entendido>>, te habrás dado cuenta de que el estudio comienza en clase.

Cuando llegas a ella preparado para sacarle todo su jugo, y te sitúas en un buen sitio para poder <<ver>> y <<oír>> todo lo que pasa en el aula. Cuando te esfuerzas por <<olfatear>> lo esencial y por <<saborear>> cada tema nuevo como si fuera un plato exquisito. Cuando, por último, procuras comportarte <<con tacto>> con tus profesores y con tus compañeros y empleas correctamente el material para tomar nota de lo realmente importante…, entonces ¡ya estás estudiando!

<<Quien bien empieza, bien acaba>>, dice el refrán.

Pues bien, si empiezas <<con buena técnica>>, has dado ya un paso de gigante en el logro de tu objetivo: aprender más con menos esfuerzo. Pues quien aprovecha <<a tope>> la clase, lo entiende casi todo, ha realizado en ella, al menos, el 50% del estudio.

Hay quien se contenta con esto y fuera de clase no pega ni golpe. Si es tu caso y eres inteligente y espabilado, lo normal es que vayas aprobando sin problemas. Pero, si no eres demasiado brillante, tienes <<lagunas>> importantes que vas arrastrando de años anteriores o, simplemente, no te conformas con el aprobadillo justo, sino que aspiras a mucho más, es necesario que des el segundo paso del aprendizaje: estudiar en casa.

Mucha gente confunde <<estudiar>> con <<memorizar>>. Es verdad que el memorizar es una etapa fundamental del aprendizaje, pero quien, cuando el profesor pregunta, se queda <<en éxtasis>> y dice eso de: <<lo tengo en la punta de la lengua…>>, ése, en realidad, no sabe responder a lo que han preguntado y se merece una mala nota, porque, aunque se lo haya estudiado antes (y si le dejamos dos horas para pensarlo quizá acabe acordándose), eso no es <<sabérselo>>.

Si un conductor dice que <<se sabe>> las señales de tráfico y cuando va en carretera y ve una necesita veinte minutos para <<acordarse>> de qué significa…, simple y llanamente, acaba dándose la torta; y podemos afirmar con rigor científico que <<no sabe conducir>>.

Saber algo es entenderlo y recordarlo <<a voluntad>>, es decir, cuando uno quiera.

Por eso, para aprender bien, es necesario hacer un esfuerzo por memorizar un montón de hechos, principios y conceptos. Aunque, antes de eso, es imprescindible entenderlos. Quien en clase no <<atiende>> (y, por tanto, no <<entiende>>) y en casa pretende aprendérselo todo de <<memoria>>, sólo consigue que en su cabeza se produzca, a la hora del examen, un <<confusionismo mogollónico>> (también llamado <<diarrea mental>>) que le hará fracasar estrepitosamente.

Entender y recordar son como las dos piernas sobre las que debemos andar al estudiar, los dos remos que impulsan una barca o las dos alas sobre las que planea un avión. Si nos falla una de las dos, ya no <<andamos>>, sino que vamos <<cojeando>>; la barca ya no avanza, sino que da vueltas sobre sí misma; y el avión simplemente se estrella…

Dejando la clase a un lado, ¿qué aconsejan las técnicas de estudio para aprovechar el tiempo estudiando por nuestra cuenta?

Lo primero es que, aunque cada cual ha de escoger la técnica que más le vaya con su carácter, cualidades y aptitudes psíquicas (quien tenga mayor memoria visual, habrá de hacerse esquemas <<gráficos>> de todo; el que tenga auditiva, deberá repetir las cosas en voz alta, etc.), podemos afirmar que lo esencial y válido para todos es que, si queremos sacar el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo, es necesario estudiar con la máxima intensidad posible.

OBJETIVOS CLAROS Y FUERZA DE VOLUNTAD

Cuando alguien dispone de un largo fin de semana para estudiar y prepararse para un examen, suele empezar a perder el tiempo con tonterías y, al final, se da cuenta de que se le ha pasado <<lánguidamente>> sin apenas hacer nada de provecho, ni ha estudiado ni se ha divertido.

Sin embargo, observamos que, cuando faltan pocas horas para el examen (el domingo por la noche…), estudiamos con verdadera intensidad, pues, si no lo hacemos, ya no hay nadie que nos salve. Entonces, nos concentramos mucho mejor y le sacamos muchísimo más partido a dos horas de estudio <<a tope>> que a todo el fin de semana pasando cansinamente el tiempo delante del libro.

Esto tiene su explicación lógica (o, más bien, <<psicológica>>): quien no tiene claro lo que quiere, es muy difícil que lo consiga (<<al marino que no sabe adónde va, todos los vientos le son contrarios>>, dice el refrán). Para realizar una tarea <<con intensidad>> y hasta <<entusiasmo>>, es necesario que se den, al menos, dos requisitos: tener un objetivo claro y fuerza de voluntad para ponerse a la tarea

Los ciclistas pedalean con verdadero frenesí cuando ya ven la línea de meta. ¿Por qué?, porque ya lo tienen claro. Ante la meta soñada durante kilómetros y kilómetros, ya no hay nada que les pueda distraer haciéndoles aflojar la marcha.

Cuando uno decide que <<esta tarde va a estudiar>>, pero no se la organiza con un horario concreto, unas metas claras y unas actividades precisas que realizar, es muy posible que tarde mucho más de la cuenta en ponerse a la faena y pierda un tiempo enormemente valioso, poniendo y quitando cosas de su mesa, cogiendo un libro, mirándolo por encima y dejándolo otra vez <<para luego>>, etc. De modo que al terminar la tarde <<de estudio>>, si se toma la molestia de reflexionar sobre qué ha hecho, como se ha organizado y qué metas concretas ha conseguido, llegará a la triste conclusión de que ha perdido miserablemente su tiempo, aburriéndose más que una ostra sin perla.

Es fundamental, por tanto, si queremos estudiar << de verdad>> (es decir, <<aprender>>) y no pasar el rato delante de los libros, fijar unos objetivos claros, concretarlos en un horario <<realista>> y echarle decisión y fuerza de voluntad para lograrlos, cuesto lo que cueste y pase lo que pase.

 

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